EL
MAESTRO DE LOMA LINDA:
Vive su
profesión como una vocación: Goza de competencia científica, calidad humana e
idoneidad moral, respaldada en la rectitud de intención, servicio del bien
común, y virtudes como la honradez, generosidad, orden, perseverancia,
fortaleza, sobriedad, justicia; desde este punto de vista tiene un sentido más
profundo que va más allá de la profesionalidad.
Posee una
visión integral de la persona: Promueve la riqueza humana en su totalidad:
inteligencia, racionalidad, habilidades prácticas, sensibilidades estéticas,
sentimientos, afectividad, conciencia moral y responsabilidades sociales.
Educa en
la justicia desde la vivencia de la justicia: Da todo lo que es como
profesional al estudiante y a la institución; se exige a sí mismo preparación,
actualización y formación permanente en aras de ser competente en su ejercicio.
Reconoce la diversidad de sus estudiantes y dosifica la exigencia, los métodos,
los medios y criterios de evaluación teniendo en cuenta las diferencias individuales.
Promueve
la cultura de la solidaridad: Actúa con libertad, es decir, con disponibilidad
para desprenderse de lo propio, superando el interés exclusivo. Vive la caridad
y da un uso razonable y social a lo que posee.
La
riqueza del conocimiento: El educador trabaja por la formación integral del
estudiante, tiene el deber moral de trabajar en equipo y desarrollar la
capacidad para integrar su área o disciplina propia con la demás áreas.
Se
compromete con la comunidad: Valora y cuida el patrimonio cultural de su
comunidad. No puede un maestro hablar mal de la comunidad donde trabaja; de sus
gentes y su cultura. Contribuye a conservar sus bienes fundamentales,
enriquecerlos, renovarlos, actualizarlos y mejorarlos.
Es
protagonista y autor del currículo: Dentro de su autonomía actúa de manera
Interdependiente y trabaja con otros en la selección responsable de los
objetivos valiosos y formativos.
La
formación permanente como actitud: Se preocupa por sí mismo, se dedica tiempo y
medios necesarios para su profesionalización. Aprovecha las oportunidades de
actualización. Es un investigador, con una investigación reflexiva sobre su
actividad educativa, en la labor de enseñar a los estudiantes a aprender a
realizar la dimensión ética de la investigación.
El
interés por lo afectivo y lo estético: Los sentimientos son camino de la
reflexión, del pensamiento; la teoría y la imaginación tienen partido si están
unidas al sentimiento, al compromiso afectivo con lo que enseña y con aquellos
a quienes enseña. La estética no se puede quedar en un puro esteticismo o en el
hedonismo, porque para la educación hay que acceder a las dimensiones de
pensamiento, espiritualidad, a la reflexión como característica singular en el
hombre.
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